2008, al borde del desierto de Gobi. En vísperas de los Juegos Olímpicos de Pekín, Lang(Eddie Peng) sale de la cárcel y regresa a su pueblo natal, donde se reencuentra con el tío Yao (interpretado por Jia Zhangke, él mismo en la Competición Oficial del Festival de Cannes de este año). Mientras trabaja para la patrulla local encargada de librar a la ciudad de los perros callejeros, el joven entabla amistad con uno de ellos, un perro negro algo maltrecho, raquítico como un galgo, del que se dice incluso que tiene la rabia. Este encuentro marca un nuevo comienzo para estas dos almas solitarias.
En su nueva película, Black Dog, presentada en la selección de Un Certain Regard, Hu Guan filma China como pocos la ven. Lejos de las ciudades superpobladas, el paisaje es el de vastos espacios vacíos - donde los perros errantes galopan como caballos salvajes - filmados como el Salvaje Oeste en cinemascope y barridos por largas y lentas panorámicas y dollies. Una atmósfera sobrecogedora y un ambiente casi místico en el corazón de este paisaje lunar, entre colinas azul noche y montículos de carbón.
Es una China desindustrializada, desierta pero apenas verde, una China vaciada de sus habitantes (o más bien llena... de vacíos yespacios liminales, un zoo abandonado, barrios enteros de edificios a punto de ser demolidos) que sirve de telón de fondo a Lang, este convicto mudo que parece tan vacío como su entorno, y por extensión a la denuncia a medias de Hu Guan de ciertas prácticas de su país, en particular la condición de los animales, perros, tigres y serpientes por igual.
Si todo el mundo busca a su gato, Lang sin duda ha encontrado a su perro, y esta amistad sin palabras, contra todo pronóstico, es un signo de resiliencia y reintegración en la sociedad. Como animal tótem, el perro da a Lang una esperanza renovada en la sociedad humana, al ver cómo sus congéneres son cazados. Incluso las mascotas son arrancadas de sus familias para ser vendidas como ganado; en la película, China aplica la teoría de la tierra quemada para eliminar a todos los perros callejeros del país antes de que se celebren los Juegos Olímpicos.
En cierto modo, Perro negro podría ser la contrapartida china de Dogman, de Matteo Garrone (premio al mejor actor para Marcello Fonte en el Festival de Cannes de 2018), por su capacidad para agitar la nada de un pueblo abandonado y hacer descansar la salvación de un antihéroe sobre los hombros de un simple perro.
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