3 de la madrugada, salida nocturna, resaca, amigos borrachos (al menos tanto como tú) a cuestas... y un hambre voraz. Excepto que, a menudo, no hay nada que hacer. Volvemos a casa, calentamos una lasaña congelada que lleva ahí desde tiempos inmemoriales, que a veces nos da pereza descongelar del todo y que acabaremos comiendo medio fría. Así que, para evitar tener que recoger hasta el último cacahuete que haya quedado en la alfombra de tu salón, nada mejor que una agenda con los restaurantes abiertos toda la noche en nuestra querida capital. Porque sí, es posible comer un filete con patatas fritas al volver de una noche de fiesta. Como en las películas americanas. Sí, sí. (Evitando el batido de fresa Tagada y su hamburguesa con queso, sabor a cebolla y salsa barbacoa, en París nos decantamos por lo refinado).