Antes era una calle sedienta y repleta de gente, lugar predilecto de fiestas estudiantiles, barathons y despedidas de soltero. Hoy desierta, los carteles de "Happy Hour" han sido sustituidos por los de "bails à céder". La rue de Lappe, cerca de la plaza de la Bastille, antaño repleta de bares, alberga ahora apenas un puñado de direcciones que se resisten a la tendencia. Los bares de copas se han vuelto más raros, mientras que los restaurantes y cafés priman cada vez más sobre los locales de fiesta. La rue de Lappe, antaño ruidosa por las noches, parece ahora un poco más tranquila.
Hay que decir que este lugar tenía cierta reputación. Durante mucho tiempo fue el lugar preferido de los juerguistas dispuestos a morir bebiendo. Ahora la rue de Lappe está haciendo la transición. La covacha y el encierro ya habrían sido un golpe, a lo que se añade que elverano de los Juegos Olímpicos dejó parte de la capital en el punto ciego de los visitantes. Así explica la gente de por aquí esta deserción.
Quedan algunos locales festivos, como Balajo, conocido por sus noches de salsa y hip-hop. Convive con varios pubs que sobrevivieron a la tormenta, así como con direcciones gastronómicas de nueva generación, como Ti Dodp Gourmand.



















